viernes, 18 de mayo de 2007

LOS BANQUEROS DE DIOS

Los "OTROS BANQUEROS DE DIOS" l. Conquista del poder financiero
El Vaticano podría ser cualquier lugar de ensueño, como las películas de Frank Capra que se ven todavía en la televisión y donde todas las historias acaban felizmente, pero no parece ser el film adecuado para el momento actual, a comienzos del siglo veintiuno, con un papa muy cercano a morir, ya que hay prelados en la curia romana que mantienen el temor de que con el Opus Dei el Vaticano pueda terminar como una película de la mafia, teniendo como protagonistas a miembros del Opus Dei y cuyo título podría ser "Las aventuras de la Santa Mafia". Hay que dar un salto atrás, remontándonos en la historia del Opus Dei por lo menos hasta casi sus orígenes, para conocer con detalle el pedigrí financiero, la genealogía financiera completa de los miembros de la Obra secreta de Dios antes de convertirse en los "otros banqueros de Dios" por obra y gracia del grupo de presión ultra, también por el papa Juan Pablo II y porque existe una rara disconformidad dentro de la implícita anuencia vaticana. De los "banqueros de Dios" de nacionalidad italiana, como Michele Sindona y Roberto Calvi, se ha pasado de la mano de un papa a la vez eslavo y polaco a los "otros banqueros de Dios", un equipo de sustitución compuesto de financieros miembros directivos del Opus Dei, la mayoría de nacionalidad española.
Para comprender la escalada en Roma del Opus Dei, cuyos miembros estaban dispuestos a todo para la conquista del Vaticano y convertirse en los "otros banqueros de Dios", hay que remontarse atrás, concretamente a los tiempos en que sucedieron las quiebras con desastre financiero de Michele Sindona y Roberto Calvi, los dos banqueros italianos que fueron considerados los "banqueros de Dios" y terminaron desgraciadamente asesinados, entre otras graves razones, para que no hablasen y por tener estrechas vinculaciones financieras con el Vaticano. No obstante, hubo atascos en la conquista del poder financiero y resultó en definitiva excesivamente lenta para los miembros españoles del Opus Dei en tiempos del papa Pablo VI, entre 1963 y 1978; pero ya se estaba preparando por medio del grupo de presión 'ultra' la sucesión y, al no conocerse bien la cara oculta del Vaticano, quién iba a imaginar en aquellos tiempos, en los últimos años de la dictadura de Franco, que tan sólo unos años más tarde iba a surgir un joven cardenal de la Iglesia católica de cincuenta y ocho años, como candidato polaco a papa de Roma, el cual había sido cultivado con esmero tanto por el grupo de presión 'ultra' como por el Opus Dei. Ya hubo entonces miembros del Opus Dei que insistieron en señalar, como si fueran "señales del cielo", que todo aquello era manifiestamente expresión de "la voluntad de Dios".
Entre tanto, fueron dos miembros del Opus Dei, los llamados "lópeces", López Rodó y López Bravo, quienes ocuparon sucesivamente en España el cargo de ministro de Asuntos Exteriores de los penúltimos gobiernos de la dictadura de Franco. López Rodó, que convivía bajo el mismo techo diariamente en Madrid con el financiero miembro numerario de mayor relieve dentro del Opus Dei, Luis Valls Taberner, ambicionaba la embajada en Portugal tras su salida del gobierno español, pero la "revolución de los claveles" del 25 de abril de 1974 echó por tierra sus planes. Como el ocaso biológico del general Franco se acentuaba, después de haberle propuesto el último gobierno de la dictadura el puesto de embajador en Tokio para mantenerle alejado de España, López Rodó accedió a irse a la embajada de Viena para reforzar la presencia en Austria del Opus Dei, así como animar el dispositivo que mantenía como plataforma de contactos hacia los países del Este europeo.
Desde Madrid y Roma, además de la embajada española en Viena donde se instaló López Rodó como embajador tras su salida del ministerio de Asuntos Exteriores en 1974, el Opus había comenzado a extender su apostólica tela de araña hacia los países que se encontraban entonces "mas allá del telón de acero". En Viena el Opus Dei contaba desde 1970 con la parroquia más vieja y elegante del centro antiguo de la ciudad, aunque sería López Rodó, con su cobertura diplomática como embajador de España, quien llevó la batuta de director en el concierto, ayudado por otros miembros de la Obra secreta de Dios, como el periodista Ricardo Estarriol, que actuaba bajo la cobertura profesional de corresponsal de prensa del diario La Vanguardia de Barcelona. Se trataba de "hacer apostolado en los países del Este" y, para ello, los miembros del Opus Dei afirmaban estar mejor preparados que el resto de las órdenes y congregaciones religiosas de la Iglesia católica. Según ellos, como laicos podían penetrar más fácilmente en ambientes donde los curas clásicos con sotana no llegaban y luego, como razón de mayor peso, presumían de manejar fondos cuantiosos o, al menos, se ofrecieron con resultados alentadores para gestionar los recursos financieros, por ejemplo, de las obras asistenciales germánicas "Adveniat" y "Misereor", que disponían de ingentes medios financieros en Alemania y habían sido constituidas para ayudar al tercer mundo y a jóvenes iglesias católicas repartidas por el mundo, entre las que figuraban las de los países del Este europeo. Con tales objetivos, el Opus Dei inició desde Viena durante los años setenta una ofensiva, por supuesto secreta, hacia los países del Este europeo, preferentemente hacia la católica Polonia, y pronto el Opus Dei se convirtió en el gran limosnero del obispado polaco y uno de los principales financiadores del por entonces sindicato clandestino polaco Solidarnosc, contando para ello con el apoyo financiero de organizaciones católicas alemanas, incluso judías, y hasta del gobierno de los Estados Unidos por medio de la Central Intelligence Agency (CIA), que habían ayudado anteriormente a nutrir económicamente con algunos fondos a la pobre y famélica Iglesia polaca durante los pasados largos años de la "guerra fría".
Pero el "trabajo de campo", como si fueran unos misioneros, no fue lo más fructífero de la operación montada por el Opus Dei, como pronto se pudo advertir, porque la plataforma de contactos hacia otros países del Este europeo, además de Polonia, se reducía a un fichero con direcciones de Budapest, Praga y Bratislava, más un primer intento de implantación en las entonces repúblicas yugoeslavas de Eslovenia y Croacia. La ausencia de resultados prácticos no impidió, sino que, al contrario, favoreció paradójicamente al Opus Dei, que pudo conseguir mayores cotas de influencia en el grupo de presión 'ultra' del Vaticano, especialmente, entre los prelados más acérrimos por su anticomunismo de la curia vaticana. Y, sobre todo, entre los miembros del episcopado de los países del Este que solían transitar por Roma, entre los que se hallaba el cardenal polaco Wojtyla, el cual se quedó maravillado con una actividad basada fundamentalmente en la intransigencia, la coacción y la desvergüenza; porque, como señala la máxima 387 del librito Camino del santo fundador del Opus Dei: "El plano de santidad que nos pide el Señor está determinado por estos tres puntos: la santa intransigencia, la santa coacción y la santa desvergüenza". La intransigencia, por muy santa que sea, es la "condición del que no transige o no se presta a consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero"; la coacción, por muy santa que sea, es la "fuerza o violencia que se hace a una persona para obligada a que diga o ejecute alguna cosa"; y la desvergüenza, por muy santa que sea, es la "falta de vergüenza, la insolencia o la descarada ostentación de faltas y vicios". El cardenal Wojtyla recibió la ayuda financiera incondicional del Opus Dei, junto con un paquete de ejemplares del librito Camino traducido al polaco, que pasó a utilizar como texto de cabecera, además de una colección de vídeos sobre las catequesis en América del santo fundador del Opus Dei, que le sirvieron luego como inspiración y modelo para sus viajes ya siendo papa. Con la ofensiva al Este y la seducción al Oeste, la Obra secreta de Dios mataba dos pájaros de un tiro, penetrando más profundamente, como era su ambición, en los altos círculos del Vaticano, para lo cual los miembros del Opus Dei contaban con el apoyo incondicionado de los colegas del grupo de presión 'ultra'. La operación, que no tuvo nombre, pero pudo haberse llamado Totus Tuus, desembocó más tarde en la elección del papa del Este, que estaba prendado, entre otras maravillas romanas, del Opus Dei y comenzó a demostrado desde sus primeros días de papado.
Con el cardenal Wojtyla ya elegido papa, los miembros del Opus Dei iban a obtener fácilmente el tan ansiado estatuto jurídico de prelatura y de independencia con respecto al Vaticano para convertirse sobre todo en los "otros banqueros de Dios". Encajando todo ello con el papado ultraconservador de Juan Pablo II en el fin del segundo y comienzos del tercer milenio de la era cristiana. Por parte del Opus Dei, apenas dada a conocer la elección del cardenal polaco como papa de Roma, su presidente Alvaro Portillo hizo público un comunicado de prensa donde agradecía la buena nueva al Espíritu Santo y resaltaba los antiguos lazos de amistad y solidaridad que unían al nuevo papa con la Obra secreta de Dios y con él mismo.
Los miembros del poderoso grupo de presión ultra del Vaticano aplaudieron al Opus Dei, porque se iba a convertir en el espejo en que el papa quería ver reflejadas sus intenciones de renovación y de revisión, tanto apostólicas como financieras, dentro de la Iglesia. También porque, aparentemente modernos en sus formas, pero integristas en sus planteamientos teológicos y morales, los miembros del Opus Dei, así como también los del grupo de presión ultra, eran además fanáticos partidarios de la inalterabilidad de la doctrina. No sólo le importaba al papa polaco, sino que incluso le alegraba la perspectiva de que el poder que ambicionaba el Opus Dei fuera el propio de la Iglesia católica. Aún más, era el poder del Vaticano, como ha señalado un analista, el primer objetivo que el Opus Dei quería conquistar y ya lo intentaba desde su interior. Otro experto en cuestiones vaticanas ha indicado también que era la misma Iglesia católica el organismo sobre el cual el Opus Dei aplicaba el poder real de su organización y la estructura social sobre la cual ejercía su influencia.
El Opus Dei, buscando sobre todo poder y dinero, contaba con dos bazas importantes que podía ofrecer al papa, contando con el apoyo incondicional del propio pontífice, que se mostraba seducido por la actividad "capilar" de sus miembros. La primera baza consistía en una tupida red de informadores repartidos por más de treinta países del mundo católico, cuando las actividades de información ultraconservadora habían vuelto a tener una mayor intensidad en el Vaticano con Juan Pablo II, ya que durante el papado de Pablo VI, su antecesor de hecho, uno de sus hombres de confianza y mano derecha, el cardenal Giovanni Benelli, se había encargado de desmantelar la red de "confidentes" ultraconservadores que efectuaban anteriormente, desde la Segunda Guerra Mundial, tareas de espionaje para el Vaticano.
En segundo lugar, el Opus Dei estaba en condiciones de ofrecer la experiencia de sus miembros en los negocios y su capacidad para actuar "con una técnica más depurada", sin la necesidad de recurrir el Vaticano para la administración de sus finanzas a hombres de paja y testaferros ajenos; por eso los dirigentes del Opus Dei esperaban contar para ello con el estatuto jurídico de prelatura, comparable al de una multinacional religiosa. La Santa Sede católica estaba padeciendo muchas dificultades en el mundo de los negocios, sobre todo después de la quiebra fraudulenta del banquero Sindona y de las repercusiones del caso de asesinato del banquero Calvi, que afectaron entonces gravemente a las finanzas del Vaticano. El gobierno de la Iglesia católica se debatía, a la llegada al poder de Juan Pablo II, con serias dificultades financieras, cuyo control escapaba incluso al papa y al Vaticano. Se contaba, para obtener un saldo positivo en el balance consolidado del mini-Estado papal, con las contribuciones económicas de todas las diócesis del mundo y de las congregaciones y órdenes religiosas, incluyendo también una ayuda financiera, al menos simbólica, por parte del Opus Dei.
Bajo la protección del papa Wojtyla las nuevas formas de organización financiera del Vaticano, junto con las remodelaciones realizadas a finales de los años setenta y el comienzo de los ochenta, se iban a orientar también en un sentido favorable a los intereses del Opus Dei, porque para manipular el tinglado financiero de la Iglesia católica la Obra secreta de Dios necesitaba el estatuto jurídico de prelatura personal, que le fue concedido por el papa Wojtyla lo más rápidamente posible y que demoró casi cuatro años, un récord de velocidad para la burocracia del Vaticano. Sin-embargo, la penetración del Opus Dei en las finanzas del Vaticano no llegó a realizarse exenta de tacha ni de forma impecable. Lo más importante que conviene señalar sobre este aspecto crucial en las actividades ocultas de la Obra secreta de Dios es su dedicación, con mucha atención y esmero, a una gestión torpe e irregular del todavía inmenso capital financiero e inmobiliario del Vaticano a partir del segundo lustro de los años ochenta; aprovechándose el secreto Opus para incrementar de paso su propio patrimonio y ocuparse, con una sisa descomunal, hasta de la alimentación y vestimenta de sus miembros militantes repartidos por más de treinta países del mundo católico.
El Vaticano, que es una bomba financiera aspirante y no expelente, logró contar en los comienzos del papado de Juan Pablo II con un cierto apoyo económico del Opus Dei, que ayudó a cubrir algunos déficits, especialmente con los apostolados de la Iglesia católica en los países del Este europeo. Sin embargo, las finanzas del Opus Dei nunca fueron boyantes y la Obra secreta de Dios no se podía permitir el lujo de financiar apostolados exteriores deficitarios de forma continuada. Durante el largo papado de Juan Pablo II el resultado previsible ha sido el abandono lento y paulatino, por parte del Opus Dei, de los nuevos apostolados en los países del Este propuestos por el Vaticano, concentrando la mayoría de esfuerzos de sus miembros en los países occidentales, donde existe una cultura católica, además de estabilidad y solvencia económicas. La razón última, sin embargo, era que el Opus Dei estaba condenado a ello por su lento, inevitable y creciente debilitamiento interno, decadencia agravada en los últimos tiempos, porque el meollo del problema para el Opus Dei reside en que abundan frecuentísimamente los despidos y abandonos, faltando militantes verdaderamente formados y no jóvenes en edad escolar incapaces de militar como miembros en la tan pretendida elite intelectual católica, la imagen que desde su fundación no ha logrado ofrecer aún el Opus Dei.
Los "OTROS BANQUEROS DE DIOS" -- Fiduciarios del Vaticano
Tanto el Vaticano como las órdenes y congregaciones religiosas de la Iglesia católica tienden a asegurar sus inversiones a través de los puestos que ocupan hombres de su confianza y que representan sus intereses en los consejos de administración de bancos y sociedades anónimas. Existe, en este aspecto, una técnica muy depurada en cuanto a la transmisión de capital, que tiene como resultado una herencia mucho más automática que la de padres a hijos. Pero esta técnica de utilizar hombres de paja, o testaferros, es decir, los que prestan su nombre en contratos o negocios, presenta también grandes inconvenientes y por ello, en el mundo de los negocios, el Vaticano ha padecido graves dificultades financieras, así como también órdenes religiosas católicas, entre ellas la Compañía de Jesús. Basta con señalar la crisis financiera sufrida por el Vaticano, que fue protagonizada por los "banqueros de Dios" y fue consecuencia directa de la quiebra fraudulenta del banquero italiano Michele Sindona y de las circunstancias escandalosas que tuvieron mucha resonancia financiera, con desaparición y asesinato de otro banquero italiano, Roberto Calvi.
Dentro de las finanzas eclesiásticas, las del Opus Dei representan un caso especial y no por ello menos interesante, por ser algunos de sus miembros los "otros banqueros de Dios". Para comprender el mecanismo financiero y la riqueza de la que hace gala y ostentación el Opus Dei, nada más fácil que remitirse a las constituciones internas que siguen vigentes, porque son "su cimiento"y deben tenerse, según el artículo 172, por "santas, inviolables y perpetuas". El artículo 176 señala también que "contra las constituciones no podrán nunca prevalecer ni costumbre alguna ni ningún desuso".
Según el artículo 161, por la fuerza del voto de pobreza los miembros del Opus Dei, numerarios y agregados, "renuncian, en primer lugar, a la facultad de disponer lícitamente de cualquier bien temporal, valorable en precio, sin licencia legítima de los superiores; y en segundo lugar, a la facultad de adquirir para sí bienes, cualesquiera que sean, de los que adquieren por su propia industria y trabajo o que, según la organización, se les entregan o vienen a sus manos". También, según el artículo 253, "para mejor adquirir el espíritu de pobreza, cada mes los socios han de rendir al director del centro o residencia cuentas de lo recibido y de lo gastado, a no ser que a dicho director le parezca más conveniente de otro modo".
Por otra parte, según el artículo 367, la propiedad en el Opus Dei "es siempre subordinada. El presidente general, por tanto, tiene derecho, según las circunstancias de los asuntos se lo aconsejen y observándose el artículo número 358, 5.0, a transferir de centro a centro o de región a región los bienes propios de uno o de una de ellos". Así, "tanto los bienes inmuebles como los muebles son gestionados por el administrador general, bajo la dirección y la inspección del padre y del consejo. Será de su incumbencia definir, de acuerdo con el padre con voto deliberativo del consejo, qué gastos pueden hacer los administradores inferiores, según las circunstancias y las condiciones de los asuntos lo pidan, y ejercer sobre ellos vigilancia".
Todo está minuciosamente reglamentado y contabilizado dentro del Opus Dei, como lo demuestra el artículo 377. Según este artículo, "el dinero, los títulos y los valores de género semejante han de depositarse en bancos o en la caja de caudales general, que se cerrará con doble llave, de las cuales una la retendrá en su poder el padre y otra el administrador. Igualmente los instrumentos acreditativos de aquellas sumas que están depositadas en los bancos, así como también los contratos y los documentos de otros créditos y obligaciones, han de ser guardados cuidadosamente por el padre y por el administrador general."
Las constituciones distinguen entre bienes eclesiásticos, inscritos a nombre del Opus Dei, y otros denominados bienes profanos, que no están inscritos y sin embargo están sujetos, según el artículo 372, a su potestad y dirección. No obstante, con las aportaciones individuales y el voto de pobreza de sus miembros, el Opus Dei nunca hubiera logrado sufragar los gastos de sus "obras del apostolado". Es decir, que para ayudarse financieramente existen en el Opus Dei las llamadas sociedades auxiliares, descritas en el artículo 9 de las constituciones: "Los socios del Opus Dei actúan ya individualmente, ya por medio de asociaciones que pueden ser bien culturales o artísticas, financieras, etc., y que se llaman sociedades auxiliares. Estas sociedades están igualmente, en su actividad, sujetas a obediencia a la autoridad jerárquica". El artículo 388, parágrafo 7, precisa este control ejercido por el Opus Dei como organización: "Corresponde al consiliario con voto consultivo de la comisión [...] designar los directores de las diversas sociedades auxiliares y de las diversas obras comunes de la región, entre miembros que sean por lo menos inscritos, respetándose el artículo 297". y el artículo 297 precisa todavía más dicho control: "Nadie puede ser promovido a un cargo de gobierno, ni aun local, si no interviene consentimiento expreso del presidente general. Sin embargo, el presidente, antes de conceder su venia, ha de procurarse cuidadosas y ciertas informaciones. Y si el presidente se niega a dar su consentimiento, debe, como máximo, explicar las causas de esta decisión al vicepresidente, si lo hay, o al secretario general".
Queda claro, por tanto, el alcance y control que ejerce el Opus Dei en todas y cada una de las sociedades auxiliares que componen su patrimonio. Por eso, cuando se afirma que una sociedad anónima está controlada por el Opus Dei significa que como sociedad auxiliar la totalidad o la mayoría de las acciones de la citada sociedad anónima se encuentran en manos de miembros del Opus Dei. Aunque también conviene señalar la salvedad reconocida en el artículo 373, que deja una puerta de escape abierta para preservar a la organización de los posibles errores cometidos por sus miembros y libera en todos los casos de cualquier responsabilidad a la organización. El artículo 373 determina que, si quien contrata es la administración general, la administración regional o la administración local, es el Opus Dei quien responde, pero si el que contrata es un miembro es él quien responde, a no ser que realizase un negocio por mandato de sus superiores. En este caso, bastaría el silencio del superior para tener que responsabilizarse de forma obligada el miembro del Opus Dei.
Según el artículo 372, parágrafo 3, "en cuanto a la realización de gastos o contratación de obligaciones por parte de las sociedades auxiliares, deben guardarse las prescripciones que, asimismo según los tiempos lo demanden, sean determinadas por el padre con el voto deliberativo del consejo general". El voto deliberativo es un voto consultivo y la decisión depende siempre del presidente y a la vez padre del Opus Dei. El consejo puede considerar atenta y detenidamente el pro y el contra de los motivos de la decisión, pero el poder es absoluto y todo depende del presidente dentro del Opus Dei. Por último, el administrador general debe visitar a las administraciones inferiores, inspeccionando también las sociedades auxiliares, según el artículo 375 de las constituciones. El administrador regional, así como la procuradora en la sección femenina, tienen cometidos parecidos a sus respectivos niveles, en orden a conseguir "un conocimiento perfecto" de la situación general de la administración del Opus Dei.
Según un dictamen elaborado por juristas españoles experimentados que prefirieron guardar el anonimato por temor a las represalias políticas en los tiempos en que fue redactado, aparece clara la técnica de utilización de los miembros del Opus Dei como hombres de paja o testaferros de la organización. El dictamen en sus conclusiones señala el carácter fiduciario de las finanzas del Opus Dei, donde el titular fiduciario no es jamás independiente, sino que está dominado por el titular real, que en este caso es el Opus Dei, lo cual derriba la tesis de la independencia de los miembros del Opus en el terreno económico.
Según el dictamen, la totalidad de la actuación institucional del Opus Dei se realiza a través de una serie de formas y actos jurídicos que, en la práctica, nunca aparecen a nombre del Opus Dei, sino a nombre de miembros individuales. Esto vale tanto para los contratos de arrendamiento de locales para casas y residencias del Opus Dei, como para las sociedades mercantiles con actuación especializada en la educación, o las sociedades mercantiles con actuación exterior, como puede ser la banca y otros sectores; así como también para los títulos de propiedad de toda clase de bienes. Los contratos de arrendamiento nunca están firmados a nombre del Opus Dei, sino a nombre personal de algunos de los residentes. Las acciones de las sociedades también figuran a nombre de miembros individuales, los cuales ocupan, formalmente a nombre propio y no como representantes de nadie, los cargos de dirección de dichas sociedades. Igual sucede con la titularidad de bienes inmuebles, etcétera. Pues bien: es una evidencia que esos titulares formales no son los titulares de los arrendamientos ni de las acciones y cargos directivos de las sociedades ni de los bienes, sino meros titulares aparentes o "fiduciarios", esto es, titulares "por cuenta de un titular real" que no aparece al exterior, aunque conserva su poder efectivo por medio de pactos interiores con el fiduciario. Para evitar problemas, el pacto más importante en la práctica es siempre un dispositivo, para precaverse de cualquier rebelión por el fiduciario, de un "vendí" firmado por las acciones sin fecha, que se puede negociar con plenos efectos en cualquier momento.
El carácter de fiduciarios de estos titulares se justifica fácilmente con sólo observar que la mayor parte de ellos carecen totalmente de posición económica propia, capaz de explicar los paquetes de acciones o los bienes a su nombre. Es de notar además que, como es común en la política de grupos económicos, en los consejos de administración de las sociedades del Opus Dei se repiten con mucha frecuencia los mismos nombres, hasta constituir un verdadero grupo de la oligarquía financiera en España, que sería absolutamente inexplicable por razones económicas de fondo, fuera de la tesis de las titularidades fiduciarias. Por otra parte, un análisis sumario del comportamiento de las sociedades del Opus Dei corrobora que en ellas domina un efectivo y único titular real, por encima de la pluralidad de titulares aparentes. Esto confirma definitivamente la tesis del carácter fiduciario de estas titularidades. En virtud de esta tesis, que es elemental en términos jurídicos para cualquier jurista experimentado, puede contradecirse la tesis oficial del Opus Dei de que las sociedades de la Obra no son tales, sino de miembros de la misma qua actúan con independencia. El titular fiduciario no es jamás independiente, sino que está dominado por el titular real, por cuenta del cual, aunque ocultamente, actúa y del cual es un simple instrumento.
Para colmo, al convertirse en los "otros banqueros de Dios" por la protección especialísima del grupo de presión 'ultra' y del papa Juan Pablo II, los financieros miembros del Opus Dei han rizado el rizo por ser doblemente fiducidiarios, de la Obra secreta de Dios y del Vaticano.

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